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¿Todo pasado fue mejor? A propósito de la época de navidad y nuestros niños y niñas en la actualidad

Por: Claudia Guzmán | Asesora Pedagógica TinyApp | Psicóloga y Magíster en Educación


Cuando invitamos a recordar las navidades de nuestras infancias, en una gran mayoría de rostros se reflejan sonrisas, pese a las circunstancias adversas que hayamos podido vivir, evocando el adorno de las casas y de las calles, el estreno, los villancicos, los aguinaldos, el compartir el plato navideño a nuestros vecinos, las eternas novenas pasando por cuanta casa tenía la puerta abierta o nos invitaban a pasar, a fin de no precisamente rezar alrededor del pesebre sino a la espera del dulce y del detalle final del día noveno. Igualmente, como no recordar, el regalo de navidad que muchas veces no cumplía con nuestras expectativas, pero que aceptábamos y disfrutábamos finalmente.


Pero ¿Qué tipo de regalos recibíamos? Muñecas, coches, vajillas, balones, patines, bicicletas, todo aquello que invitaba a jugar con otros, al movimiento, a la imaginación y creatividad, al compartir, a solucionar problemas, pero igual y sutilmente a la continuidad de los roles de género asignados a lo largo de la historia a hombres y mujeres. El caso es que por el día 25 todo el mundo salía a mostrar sus regalos y a jugar en las calles, porque en ese tiempo sí se podía jugar en las calles y los juegos “tecnológicos” apenas comenzaban a emerger.


Podríamos preguntarnos entonces: ¿Qué tipo de personas promocionó esta etapa y experiencia tradicionalmente importante para cada uno de nosotros? Quizás y sin ánimo de generalizar, niños y niñas resilientes, tolerantes a la frustración (al no recibir lo deseado ni regalos en exceso), creativos, sociables, empaticos, con la capacidad de compartir, respetar, imaginar mundos posibles y reconocer al otro desde sus condiciones personales y particulares.


Hoy nuestros niños y niñas denominados nativos digitales y en coherencia con la época en la que han nacido, piden y reciben en navidad, conforme sus contextos o realidades socioeconómicas, dispositivos como celulares, video juegos, computadores, tablets, que indiscutiblemente promueven habilidades o competencias lógico matemáticas (atención, resolución de problemas, multimodalidad, memoria, etc), pero que por lo general, invitan al sedentarismo y al individualismo (interacción niño-pantalla); lo que para algunas madres o padres se convierte en una potente “solución” frente a la poca disponibilidad de tiempo (o voluntad hay que decirlo) para jugar e interactuar con el niño o la niña en tiempo y espacio real.


En este sentido, la participación, la comunicación, la interacción y el acompañamiento familiar es una de las mayores diferencias entre los juegos y juguetes tradicionales y los denominados “tecnológicos” o digitales, en tanto que frente a los primeros, niños y niñas piden o exigen la interacción con el adulto o con otros pares desde la naturaleza misma del juego, el material o espacio requerido para el mismo y los actores que intervienen (vehículos, naves espaciales, muñecos, figuras de acción, material de construcción, rompecabezas, juegos de mesa, etc.). Las habilidades o competencias blandas y estrechamente relacionadas con la comunicación asertiva, la interacción humana; la inteligencia emocional, la empatía, la tolerancia a la frustración, el trabajo colaborativo, el liderazgo, la capacidad analítica y de resolución de problemas en contexto real se potencian de una manera mayor en este tipo de juegos.


Como regalo de navidad para ti, los niños y las niñas, TinyApp (Te invitamos a leer nuestros blogs) te invita a reflexionar desde tu propia experiencia personal y familiar: ¿cómo recuperar aquellas prácticas o juegos tradicionales de la navidad y así mismo validar los juegos o juguetes tecnológicos o digitales que posibilitan el encuentro, la mirada, el contacto, la interacción, el reconocimiento del otro, la comunicación familiar? y ¿cómo armonizar las experiencias de cada generación en pro de comunidades cada vez más sensibles, humanizadas y humanizantes a propósito del texto de Galeano (Mundo infantil), evitando caer en la afirmación de todo tiempo pasado fue mejor, cuando bien sabemos que lo único constante y permanente es el cambio?.


Mundo infantil Hay que tener mucho cuidado al cruzar la calle, explicaba el educador colombiano Gustave Wilches a un grupo de niños: -Aunque haya luz verde, nunca vayan a cruzar sin mirar a un lado, y después al otro. Y Wilches contó a los niños que una vez un automóvil lo había atropellado y lo había dejado tumbado en medio de la calle. Evocando aquel desastre que casi le costó la vida, Wilches frunció la cara. Pero los niños preguntaron: -¿De qué marca era el auto? ¿Tenía aire acondicionado? ¿Y techo solar eléctrico? ¿Tenía faros antiniebla? ¿De cuántos cilindros era el motor? (Galeano, E. 1998)


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